sábado, 30 de noviembre de 2013

Memoria sentimental de Miguel Hernández


Miguel Hernández no es mi poeta favorito, pero tiene algunos de mis versos preferidos. Con esta entrada no pretendo hacer ni una biografía ni un recopilatorio de grandes éxitos. Para eso está Internet. Es, digamos, un "recorrido sentimental", por ponerme cursi, o un cajón de sastre con las cosas de él que más me gustan.

Mi primer contacto con Miguel Hernández tuvo lugar en primaria. No recuerdo en qué curso, pero sí que fue en Carabás, el libro de lectura de Anaya. El poema era "Vientos del pueblo". Yo no había leído poesía en mi vida, y recuerdo la impresión que tuve cuando vi hablar de bueyes, de arados y de águilas de una forma tan bonita. Salvando las distancias, yo vivía rodeado de esas cosas, y hasta entonces nunca había imaginado que pudieran ser poéticas. Para mis padres y abuelos el campo era algo duro, una obligación para ganarse la vida. Y, sin embargo, ahí estaba: "Vientos del pueblo me llevan/ vientos del pueblo me arrastran,/ me esparcen el corazón/ y me aventan la garganta." ¿Se podía utilizar la palabra "aventar" en un poema? Se podía. Me gustó tanto que llegué a aprenderme varios fragmentos de memoria. Por supuesto, entonces no captaba ningún significado político, solo la épica de los bueyes en los páramos de España. Con el tiempo las cosas cambiaron, pero la impresión sigue intacta. Y me encanta la versión musical que hicieron "Los lobos" en los años setenta, tan enraizada en el folklore español. Escuchadla, que es esta:


Volví a cruzarme con Miguel Hernández otra vez en primaria, esta vez para una fiesta de fin de curso. Tímido como soy, odiaba este tipo de actos, pero nuestro profesor se empeñó, para nuestra vergüenza, en que teníamos que leer una poesía relacionada con las estaciones del año. No había escapatoria, así que más valía hacerlo bien. A mí me tocó el invierno. Entonces no lo sabía, no lo supe hasta mucho después, pero mi primer y único texto que he recitado en público hasta hoy fue una poesía de Miguel Hernández. Se llama "Las abarcas desiertas". No me parece de lo mejor que escribió, pero está grabado a fuego en mi memoria: "y encontraban los días, que derriban las puertas, mis abarcas vacías, mis abarcas desiertas".

(Foto: dondeviajar.net)
Lo siguiente que encontré fue gracias a mi padre. Él nunca tuvo simpatía por Hernández, pero trabajaba la tierra. Era inevitable que sintiera la fuerza de sus versos. Y lo recuerdo, como un poco avergonzado por gustarle, recitándome el glorioso Andaluces de Jaén, aceituneros altivos, decidme en el alma quién, quién levantó los olivos. Yo vivo en tierra de olivares, muy cerca de Jaén, y me emociona la fuerza que desprenden esos versos, el que alguien hubiera sido capaz de apreciar "la hermosura de los troncos retorcidos". Fijaos: "Levántate, olivo cano,/ dijeron al pie del viento. Y el olivo alzó una mano/ poderosa de cimiento". ¡Buah, qué maravilla! La persona que escribió esto amaba los olivos con toda su alma. Con toda su alma de encina, que ahí es nada. Y, para colmo, Jarcha hizo su mejor canción al ponerle música. Una verdadera obra de arte:


Hay más, por supuesto. Su "Elegía a Ramón Sijé", que oí recitar a un compañero en Bachillerato y que me ha confortado en los difíciles momentos de la pérdida de un ser querido. O las "nanas de la cebolla", o el "niño yuntero". Hay tantos que la lista sería interminable. Por cierto, que Jarcha también le puso (estremecedora) música a la "elegía", y Serrat al niño yuntero. Me gustan ambas, dejo la de Jarcha:


A veces más, a veces menos, siempre vuelvo a leer a Miguel Hernández en medio de la naturaleza. Hay veces, he de reconocerlo, en que me molesta su belicismo, pero se disculpa por el tiempo tan complicado en que le tocó vivir y su postura activa de militante. Yo, sin embargo, prefiero recordarlo como ese pastor de cabras que quiso ser poeta porque sentía la poesía en cada fibra de su ser. Nada mejor para confirmarlo que la famosa carta, mil veces reproducida, que le escribió a Juan Ramón Jiménez. La transcribo completa (la he sacado de aquí), porque es uno de mis textos preferidos:

Orihuela, noviembre 1931. 
Venerado Poeta: 
Sólo conozco a usted por su "Segunda Antología" que -créalo- ya he leído cincuenta veces aprendiéndome algunas de sus composiciones. ¿Sabe usted dónde he leído tantas veces su libro?. Dónde son mejores: en la soledad, a plena naturaleza, y en silenciosa, misteriosa, llorosa hora del crepúsculo, yendo por antiguos senderos empolvados y desiertos entre sollozos de esquilas. 
No le extrañe lo que le digo, admirado maestro, es que soy pastor, No mucho poético, como lo que usted canta, pero sí un poquito poeta. Soy pastor de cabras desde mi niñez. Y estoy contento con serlo, porque habiendo nacido en casa pobre, pudo mi padre darme otro oficio y me dio este que fue de dioses paganos y héroes bíblicos. 
Como le he dicho, creo ser un poco poeta. En los prados por que yerro con el cabrío ostenta natura su mayor grado de belleza y pompa; muchas flores, muchos ruiseñores y verdores, mucho cielo y mucho azul, algunas majestuosas montañas tras las cuales rueda la gran era del Mediterráneo. 
...Por fuerza he tenido que cantar. Inculto, tosco, sé que escribiendo poesía profano al divino arte... No tengo culpa de llevar en mi alma una chispa de la hoguera que arde en la suya... 
Usted, tan refinado, tan exquisito, cuando lea esto ¿qué pensará? Mire: odio la pobreza en la que he nacido, yo no sé, por muchas cosas... Particularmente por ser causa del estado inculto en que me hallo, que no deja expresarme bien ni claro, ni decir las muchas cosas que pienso. Si son molestas mis confesiones, perdóneme, y ...ya no sé como empezar de nuevo. Le decía antes que escribo poesías... Tengo un millar de versos compuestos, sin publicar. Algunos diarios de la provincia comenzaron a sacar en sus páginas mis primeros poemas, con elogios... Dejé de publicar en ellos. En provincia leen poco los versos y los que los leen no los entienden. Y heme aquí con un millar de versos que no sé qué hacer con ellos. A veces me he dicho que quemarlos tal vez fuera lo mejor. Soñador, como tantos, quiero ir a Madrid. Abandonaré las cabras -¡oh, esa esquila en la tarde!- y con el escaso cobre que puedan darme tomaré el tren de aquí a una quincena de días para la corte. 
¿Podría usted, dulcísimo Juan Ramón, recibirme en su casa y leer lo que le lleve? ¿Podrá enviarme unas letras diciéndome lo que crea mejor?
Hágalo por este pastor un poquito poeta, que se lo agradecerá eternamente.
 
Miguel Hernández

Arriba 73. Orihuela.

Iba a comentar algo, pero la carta daría para otra entrada. Creo que por hoy ya está bien.

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Actualización: Gracias al impenitente Homo Libris, mi único -¡y mejor, claro!- comentarista hasta la fecha, me acuerdo de que no he incluido una de mis canciones favoritas, la versión del "Canto a la libertad" que hizo Joan Manuel Serrat. Aquí la dejo:

3 comentarios:

  1. Miguel Hernández fue el poeta del pueblo, la voz de los oprimidos. Me encanta su poesía (y lo digo yo que, leyéndolo casi todo, apenas leo poesía, me temo) y su postura reivindicativa.

    Has traído al blog una maravilla de poema y de canción. Su "Vientos del pueblo" es para mí como un himno, un canto pleno a la vida que muy pocos cantaron y que tan dura y necesaria resulta.

    A la versión de Los Lobos y a las canciones de Jarcha añadiría los discos en los que Serrat pone música a sus poemas (http://www.youtube.com/watch?v=u9Ut8X1skNE y http://www.youtube.com/watch?v=D2CtvMi8Jco) y la música de otro cabrero reivindicativo (José Domínguez, El Cabrero: http://www.youtube.com/watch?v=jnaSCC-ymHc y http://www.goear.com/listen/5360143/de-cabrero-a-cabrero-a-miguel-hernandez-el-cabrero).

    Por cierto, hablando de este último, estoy seguro de que te interesará el documental que grabaron sobre su figura y que fue censurado en España durante tanto tiempo: "El canto de la sierra".

    http://www.youtube.com/watch?v=FV4aXg5OEsw

    No me extiendo mucho más, pero mañana si puedo te traeré un fragmento de un libro de Miguel Hernández que tengo pendiente y que estoy seguro de que te gustará.

    Saludos.

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  2. No sé cómo he podido olvidarme del canto a la libertad y la versión que de él hizo Serrat. Hay un amigo que dice que hay canciones que son como patrias y esa es una de ellas. Gracias por recordarlo y por traerlo al blog. En cuando a "El Cabrero", he de reconocer que no entiendo mucho de flamenco, pero he oído alguna canción suya y me ha gustado mucho.

    Un placer, como siempre, tus comentarios.

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  3. Buenas, Vicente.

    Gracias, ante todo, por esa actualización en la que me sacas los colores, ja, ja, ja. :D Me alegra que hayas incluido a Serrat y, para seguir con el hilo musical, traigo otras inexcusables omisiones.

    Por un lado, cuando leí la entrada y vi que Jarcha y Los Lobos estaban por aquí, no pude más que recordar la música de otro grupo de aquella época que me encanta: Aguaviva (qué precioso nombre, por cierto).

    http://www.youtube.com/watch?v=sXU562dSoJQ

    http://www.youtube.com/watch?v=yHZuu8Xzzpw

    Pasados los días, me ha venido a la cabeza la versión que Paco Ibáñez hizo de "Andaluces de Jaén". Aquí la dejo también.

    http://www.youtube.com/watch?v=91DhwcUz6xE

    Las gracias he de dártelas yo a ti por labrar en los surcos de la memoria y traernos el fruto de la poesía de Hernández y, trabajando juntos, recordar estas maravillosas versiones acompañadas de música de tan insignes artistas (las versiones de poesías que realiza Paco Ibáñez, por ejemplo, me encantan).

    ¡Un abrazo!

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