jueves, 8 de mayo de 2014

miércoles, 26 de marzo de 2014

Walden, de H. D. Thoreau.

H. D. Thoreau.

Como para muchos jóvenes de mi generación, mi primer contacto con Walden fue a través de la película El club de los poetas muertos, que dirigiera Peter Weir en 1989. Cada vez que los jóvenes miembros del club se reunían, recitaban una frase del libro como rito de inicio. Por supuesto, no era otra que aquella tan famosa que decía:
"Fui a los bosques porque quería vivir a conciencia, quería vivir a fondo y extraer todo el meollo a la vida; dejar de lado todo lo que no fuera la vida para no descubrir, en el momento de la muerte, que no había vivido".
Nunca podré separar este himno de la voz doblada de Robin Williams y de la música que acompaña a esta escena de la película, que vi con dieciséis años, justo cuando debe verse. Aún hoy me sigue pareciendo uno de los mayores alegatos en pos de la libertad personal jamás filmados.


A pesar del impacto que produjo en mí, jamás tuve la curiosidad de indagar sobre el autor de aquella frase. Es curioso, porque sí busqué algunos poemas de Walt Whitman, al que también conocí entonces. Misterios de la vida.

Doce años después, yo me encontraba en Holanda. Aunque era una estancia breve, fue lo suficientemente larga como para que me diera tiempo a añorar mi tierra y a plantearme ciertas cosas que, hasta entonces, habían estado presentes pero más o menos agazapadas en mi interior.

Una de las cosas que nació allí fue este blog, a medias como un acto reivindicativo de mis querencias rurales, a medias un modo de matar el aburrimiento en las largas tardes de otoño del norte de Europa. Con él vino una cuenta en Twitter que me ha permitido ponerme en contacto con gente extraordinaria que hoy me honro de contar entre mis amigos.

Una de esas personas es "Trotalomas", habitual comentarista del blog y lector incansable de todo lo que cae en sus manos (de lo que es buen ejemplo su Homo libris). Recuerdo que en uno de nuestros primeros intercambios de correos, si no en el primero, me habló de Thoreau, de Walden y me dejó otra frase que, ahora sí, despertó en mí la necesidad irrefrenable de leer aquel libro cuanto antes:
“I am grateful for what I am and have. My thanksgiving is perpetual. It is surprising how contented one can be with nothing definite —only a sense of existence. My breath is sweet to me. O how I laugh when I think of my vague indefinite riches. No run on my bank can drain it, for my wealth is not possession but enjoyment.
If the day and the night are such that you greet them with joy, and life emits a fragrance like flowers and sweet smelling herbs — is more elastic, starry, and immortal— that is your success.”
Me pareció una de las cosas más maravillosas que había leído nunca. Ni corto ni perezoso, me descargué el libro en Kindle y comencé a leerlo. Para mi frustración, pronto vi que mi nivel de inglés no era lo suficientemente alto como para disfrutar el libro, así que decidí dejarlo. Os recuerdo que estaba en Holanda, que no tenía acceso a una traducción en castellano y que soy muy tiquisimiquis con las ediciones de los libros que leo, así que bajarme cualquier cosa no entraba en mis planes. Así que decidí esperar.

Una de las primeras cosas que hice al volver a España fue comprarme la maravillosa edición que la editorial "Errata Naturae" había sacado de Walden, con nueva traducción, notas y una portada que dice: "léeme en medio del campo".



A pesar de que Trotalomas me había advertido de que tuviera paciencia con el primer capítulo, porque estaba dedicado a la economía y era un tanto arduo, el libro me enganchó desde la primera página. Me resulta muy difícil describir el cúmulo de sensaciones que me produjo, o destacar algún aspecto, porque creo que no hay página en que no tenga algo subrayado. Aún así, voy a intentarlo.

Walden es la crónica de los dos años que Thoreau pasó viviendo en las orillas del lago del mismo nombre, muy cerca de la ciudad de Concord (Massachusetts), en una cabaña que él mismo se había construido. ¿Es este libro un diario, un ensayo, una obra filosófica, un manifiesto? Yo diría que un poco de todo. En sus páginas se respira la libertad más absoluta, la misma que él fue a buscar a los bosques.

Thoreau es considerado uno de los padres de la "filosofía salvaje" y del ecologismo moderno (y también del pacifismo, pero esos son jardines en los que ahora no toca meterse). Su huída a los bosques respondía a un impulso de liberación, de vivir de forma auténtica, sea lo que sea lo que quiera decir eso, en contacto con la naturaleza y con los aspectos más esenciales de la existencia.

Está claro que, en parte, Thoreau trataba de escapar a la lógica capitalista que por aquel entonces (1845-18479) ya estaba extendida en Estados Unidos y que encadena(ba) a la gente a sus pertenencias materiales:
"Veo a hombres jóvenes, que son mis conciudadanos, cuya principal desgracia es haber heredado granjas, casas, establos, ganado y demás aperos, porque es más sencillo proveerse de todo esto que despojarse de ello. Mejor les habría ido de haber nacido en medio del campo y haber sido amamantados por una loba, tal vez hubieran podido distinguir con claridad la tierra que estaban llamados a trabajar".
Sin embargo, a mí me parece que la razón más profunda que llevó a Thoreau a vivir a Walden fue el impulso irresistible de volver a la naturaleza que se halla en el interior de tantos seres humanos de ayer y de hoy. Todo lo demás, apelar a un romanticismo caduco, criticar la viabilidad de su experiencia, leerlo solo con los ojos de la razón, sería traicionar el alma de sus escritos, que son, por encima de todo, verdaderos cantos de amor a la vida, a los árboles, a los pájaros, al sol, al agua, al aire. ¿Quién si no puede iniciar un párrafo con la frase "me alegra que haya búhos"?
"¡Aire de la mañana! Si los hombres no beben de él en el manantial del día, tendremos que embotellarlo y venderlo en los comercios en beneficio de quienes han perdido su suscripción al tiempo matutino en este mundo".
En realidad, todo el libro está poblado de frases con resonancias bíblicas, de veneración a cualquier forma de vida en la naturaleza. Fijaos si no en esto:
"Durante una semana oí aún el estrépito de un ganso solitario que daba vueltas a tientas en las mañanas de niebla, buscando a sus compañeros y poblando los bosques con el sonido de una vida demasiado grande para ser acogida".
¿No es un himno, o un salmo? "En una agradable mañana de primavera quedan perdonados todos los pecados de los hombres". ¡Qué maravilla!

 Y atención a esta declaración de intenciones:
"Uno de los motivos que me llevaron a vivir en los bosques fue tener tiempo libre y ocasión para asistir a la llegada de la primavera."
Nada más subversivo, ningún acto más rebelde en este mundo de productividad y de competitividad a tope que la reivindicación del ocio como tiempo de contemplación y encuentro con uno mismo, idea que recorre Walden de cabo a rabo, que Thoreau no fue el único en detectar (ahí tenemos El derecho a la pereza de Paul Lafargue) y que conecta de forma clara con el moderno decrecimiento.



Otra de las cosas que más me sorprendieron de Thoreau, al fin y al cabo hombre de mediados del siglo XIX, es su sensibilidad ante la caza y la muerte de los animales. Para ser sincero, es algo que no me esperaba y que me parece un rasgo de modernidad tremendo, casi visionario de los movimientos actuales en defensa de los derechos de los animales, el vegetarianismo y la oposición a la caza. De hecho, vendió su rifle antes de llegar los bosques y, durante su etapa en ellos, se alimentó de los vegetales de su huerto y de los peces que pescaba. Sin embargo, reflexionaba,
"en estos últimos años me he dado cuenta en repetidas ocasiones de que no puedo pescar sin perder una parte del respeto que tengo hacia mí mismo. Lo he intentado una y otra vez. Estoy dotado para la pesca y, como muchos de mis semejantes, tengo un instinto ineludible que se reaviva de vez en cuando, pero cada vez que pesco siento que sería mejor no hacerlo. [...] Estoy convencido de que dejar de comer animales es parte del destino de la raza humana".
Hora es ya de terminar esta entrada, porque no es plan de destripar todo el libro a los futuros lectores, sino de invitar a quien quiera leerlo. Si lo hacéis, prometo que no os defraudará. Es más, se convertirá, como me ha pasado a mí, en uno de vuestros libros de cabecera, una de esas obras fundamentales que haréis vuestras y que releeréis de forma distinta en cada momento de vuestra vida.
 "Si acogéis con alegría al día y a la noche, si la vida exhala un aroma de flores y de hierbas aromáticas, y así es más ligera, más estrellada, más inmortal, ése es vuestro éxito. La naturaleza entera os felicita y, por el momento, podéis regocijaros. Los mayores valores y beneficios son los menos apreciados. Fácilmente llegamos a dudar incluso de que existan. Los olvidamos pronto. Son la esencia de lo real. Quizá los hechos más asombrosos y reales nunca se le comunican al hombre a través de su semejante. La verdadera cosecha de mi vida cotidiana es algo tan intangible e indescriptible como los matices de la mañana o de la tarde. Una pizca de polvo estelar, un fragmento de arco iris atrapados al vuelo".
Amén.

domingo, 16 de marzo de 2014

Las canciones de Joaquín Díaz


Ya iba siendo hora de que se pasara por el blog Joaquín Díaz, uno de los nombres imprescindibles (si no el que más) de la música tradicional española. Sus discos son un verdadero tesoro para todos aquellos que amamos los romances, las coplas de ciego, los cuentos populares o las canciones del campo.

Joaquín Díaz es un folclorista de los de verdad, de recorrer pueblos y recoger cantares, que luego recrea en sus discos -pues canta él mismo- con un cariño fuera de toda duda. Actualmente es Catedrático de Estudios de la Tradición en la Universidad de Valladolid y es titular de una Fundación con su nombre, cuya página web está llena de recursos y que os aconsejo visitar.

La primera vez que escuché a Joaquín Díaz me atrapó de inmediato porque lo que cantaba se parecía mucho a algunos cuentos que le oía a mi abuela de pequeño y que tenía prácticamente olvidados, o a esos "pastores", romances interminables que se cantaban en los días invernales de matanza.


Como no podía ser de otra forma, la naturaleza ocupa un papel central en su discografía. Tanto es así que una de sus obras se llama Dendrolatrías, algo lógico en alguien cuya infancia, en palabras de Fernando Neira, "olía a resina y tamuja": 
"Joaquín tenía siete años, un pinar a las puertas de casa y un padre que le enseñó a amar la naturaleza como parte de nosotros mismos". 
De entre todas sus canciones, tengo especial debilidad por los "Milagros de San Antonio", que cuenta los ídem que hizo el santo de niño al marchar su padre a misa. Lo mejor es que tiene algunos versos completamente formados con nombres de pájaros.


Otra de mis favoritas es "El arriero de Bembibre". Es uno de nuestros romances más populares y narra el encuentro del arriero con varios bandoleros, la posterior pelea entre ambos y el premio que da el Rey al protagonista.


Uno de los más peculiares es el "Romance de la infanticida", malsano donde los haya. Cuenta la edificante historia de una madre que mata a su hijo después de que este la sorprendiera manteniendo relaciones con un hombre que no era su marido. Al llegar el hombre a casa, la mujer se lo da de comer; pero antes de que el padre lo pruebe, la voz de ultratumba del infante le avisa del percal.


Por cierto, que si os gustan este tipo de cosas, Joaquín Díaz tiene un disco completo que se llama Romances truculentos. No perdáis la oportunidad de oírlo.


Y paro ya, que la lista se haría interminable. Os dejo para acabar el "Romance de la loba parda", un triste ejemplo de la legendaria enemistad de pastores y lobos:


Si queréis profundizar, aparte de la Fundación que citaba al principio, podéis visitar el blog "Cancionero de romances", que yo he descubierto esta tarde buscando información para esta entrada y me ha parecido una maravilla.

jueves, 20 de febrero de 2014

Reto: Keep calm and read in English 2014.



Estaba yo perdiendo el tiempo tan tranquilamente esta mañana, cuando el amigo @Trotalomas ("Andanzas de un Trotalomas") me puso al corriente del reto "Keep calm and read in English 2014" que organiza @IsiOrejas en su blog From Isi. Todo esto viene a que contaba en Twitter que quiero ponerme en serio una vez más con el inglés y que iba a empezar a leer The catcher in the rye cada mañana. El reto de Isi me ha parecido una manera genial de mantener la motivación, compartir impresiones y, en general, darle a la tecla. 

La mecánica es muy simple: el reto consiste en leer y reseñar 10 o 20 libros (según la modalidad que elijas) en inglés durante 2014. Según nos cuenta su creadora, vale cualquier libro, incluidos libros por niveles. El caso es echarle ganas. 

Yo he elegido el reto de los 10 libros, porque siempre me faltan horas en el día y sé que el de 20 no podría acabarlo ni de casualidad. Conforme los vaya acabando, escribiré las reseñas. Mañana mismo empiezo con The catcher in the rye. ¿Alguien se apunta?

domingo, 9 de febrero de 2014

Setas manchegas

Este año he pasado el otoño fuera y no he podido disfrutar de la temporada de setas en Ciudad Real. Para resarcirme un poco, voy a dedicar la entrada de hoy a enseñaros algunas fotos que hice en años pasados. Aunque a los que vivís en latitudes más húmedas os pueda extrañar, lo cierto es que en esta zona crece una gran variedad de setas a poco que llueva.

Uno de los géneros mejor representados es el de las amanitas. La Amanita phalloides es bastante común en tierras de encinas, jaras y alcornoques. El verde del sombrero, las láminas blancas, el anillo y la volva la hacen inconfundible. A mí me encanta verla, creo que es una de las setas más bonitas de nuestros montes. A veces se les quedan pegados restos del velo universal, como si fuera un trozo de clara de huevo a la plancha. Contiene amatoxinas para parar un carro y está implicada en la mayoría de las intoxicaciones mortales por hongos, así que se ve pero no se toca.

Amanita phalloides.
Junto con la phalloides y la cesarea (que no he visto aún), la Amanita muscaria es la más popular de todo el género. Inconfundible su sombrero rojo con puntitos blancos. Así son antes de abrirse. Fijáos en la cantidad de setitas pequeñas que están a su alrededor y las hojas muertas de jara pringosa entre las que crece:

Amanita muscaria sin salir del cascarón.
Y aquí, una vez abierta:


Si se busca con un poco de calma, es fácil encontrar ejemplares preciosos como este:

Elegante muscaria en todo su esplendor.
Son famosos los efectos alucinógenos que provoca la intoxicación con esta seta, debido a un compuesto llamado muscimol. Sin embargo, su contenido en muscarina es bastante bajo comparado con otras especies del género Inocybe o Clitocybe. 

La Amanita pantherina (ver foto de abajo) es parecida a la muscaria; pero se diferencia fácilmente por el color marrón del sombrero. Además, es más tóxica que su prima. De cualquier forma, es preciosa.

Dos Amanita pantherina sobre una alfombra de musgo.
La Amanita citrina, que también se cría por aquí, tiene cierto parecido con la phalloides, aunque es más amarillenta tanto en la cutícula como en la carne (la carne de la phalloides es blanca) y suele tener restos del velo universal en manchitas, como la muscaria.
Amanita citrina.
Y para acabar con el género, un pequeño ejemplar de Amanita Crocea:

Amanita crocea.
Una de las cosas más curiosas que vi fue este boleto, que no soy capaz de identificar, completamente recubierto de un hongo blanquecino, como una especie de moho. Al cortarlo por la mitad se apreciaban manchas amarillas. Mirad:



En el mismo suelo abundan los Cortinarius trivialis, inconfundibles por la gelatina que recubre el sombrero y la "cortina" que muestran cuando se están abriendo.

Cortinarius trivialis.
La naturaleza nos ofrece maravillas a todas las escalas. Las pequeñas clavulinas son una de esas setas que no llaman la atención, porque son pequeñas, no se comen y no tienen la espectacularidad de sus hermanas mayores. Pero, si uno se para a mirar, descubre un ser vivo tan bello que puede medirse con quien sea. Y a las pruebas me remito:

Clavulina sp. (¿rugosa?)
¿Y qué me decís de estas Mycena seynii? Crecen en las piñas y son tan delgaditas que, cuando les da el sol, casi se transparentan.

Mycena seynii.

Mycena seynii.
Otro habitante de los pinares es la Gymnopilus spectabilis o "seta de la risa". Llegan a ser gigantescas y crecen asociadas a tocones de pino. Es poco común, y menos en estas latitudes. Provoca intoxicaciones alucinógenas.

Gymnopilus spectabilis.
Termino este pequeño recorrido con una Macrolepiota procera que crecía delante de una zarzamora. 

Macrolepiota procera.

Y abajo el making-of. Esta foto me la hicieron a traición y verla me hace reflexionar seriamente sobre mi salud mental, pero en fin...

Servidor fotografiando setas.

domingo, 2 de febrero de 2014

Un paseo por Peña Escrita.

"¡Oh vosotros, quienquiera que seáis, rústicos dioses que en este inhabitable lugar tenéis vuestra morada: oíd las quejas deste desdichado amante...!"

(Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha)


Hay quien ha querido ver en estas palabras de Don Quijote la primera referencia a las pinturas rupestres de Peña Escrita, ubicadas en el actual término municipal de Fuencaliente (Ciudad Real), en plena Sierra Madrona. Yo no sé si es verdad, pero me gusta imaginarlo. En cualquier caso, su primera descripción científica data de 1783 y se la debemos al párroco de Montoro, D. Francisco José López de Cárdenas. La memoria que escribió puede consultarse gracias a la versión digital del Instituto Cervantes.

Como es un sitio que me gusta mucho, he estado por allí esta mañana haciendo unas cuantas fotos. Para llegar hasta ellas se debe tomar la carretera N-420 y coger el desvío que hay casi a la altura de Fuencaliente. Aunque el camino está algo accidentado, creo que cualquier turismo puede acceder sin problemas. Hay tres ramales: uno hacia las "lastras", otro hacia las pinturas de "la Batanera" y un tercero hacia Peña Escrita. Se llega conduciendo hasta el pie del cerro y luego hay una breve (pero empinada) subida a pie.

Vista de Peña Escrita desde el aparcamiento.
Las pinturas están situadas en un gran farallón de cuarcita, tan expuestas a las inclemencias del tiempo que parece mentira que hayan aguantado hasta hoy. Son una de las manifestaciones de arte rupestre más modernas que se conocen, pues solo tienen entre 3000 y 5000 años (a los bisontes de Altamira se les calcula unos 14.000). Están realizadas por civilizaciones neolíticas, por gentes de la Edad del Cobre y la Edad del Bronce, que ya practicaban la agricultura y la ganadería, que conocían la cerámica y la metalurgia. 

Este arte esquemático no tiene nada que ver con el espectacular naturalismo de Lascaux o Altamira. Es una pintura simbólica, que representa conceptos cuyo significado no entendemos. Sencillamente, no sabemos traducirlas; nos falta el contexto cultural para hacerlo. Es como si nuestra civilización se extinguiera y, en el futuro, un arqueólogo que no supiese nada del cristianismo viera una cruz. La vería, pero no tendría ni idea de lo que esas dos simples líneas perpendiculares suponían para la cultura que las dibujó. Pero esto no quiere decir que no podamos hacer hipótesis.

Vista general de los paneles 1, 2 y 3 los mejor conservados.

El abrigo se divide en varios paneles con pinturas, de los cuales los mejor conservados son el 1, 2 y 3. El panel 1 o de las "paridoras" es el más emblemático y espectacular. Este nombre se debe a la abundancia de figuras femeninas con las piernas abiertas (se distinguen fácilmente de las masculinas porque los órganos sexuales de ambos están muy marcados). Bajo una de ellas hay lo que parece el dibujo de un recién nacido (nº 1 en la foto de abajo, podéis pulsar para ampliarla. Lo mismo con todas las demás), pero esta interpretación no está nada clara. 

Panel 1 o de las "paridoras".
Algunas figuras tienen una especie de antenas, que podrían ser peinados o máscaras rituales. La abundancia de parejas ha llevado a algunos investigadores a proponer que Peña Escrita pudiera ser un lugar relacionado con la fertilidad, una especie de santuario donde irían a unirse las parejas, quizá mediante algún rito parecido al matrimonio.

Panel 2.
El panel 2 es más difícil de interpretar. En la foto de abajo se pueden distinguir, de izquierda a derecha dos "ramiformes" que se han interpretado como figuras humanas, aunque yo solo le veo parecido a la de la esquina inferior izquierda. En la parte derecha hay dos antropomorfos femeninos con cabeza triangular, que pueden ser ídolos.

Ramiformes e ídolos en el panel 2.
En este mismo panel hay unos curiosos símbolos tectiformes o "peines" (ver abajo), de los cuales se ha dicho que son el dibujo de un corral, de una manada de animales (por abstracción de las patas) o incluso sistemas de cuentas. En resumen: que no tenemos ni idea. Encima de uno de ellos se puede ver un antropomorfo en forma de "pi" griega. Lo de arriba del todo es un ídolo, aunque a mí me parece un animal con cuatro patas.

Panel 2: Tectiformes, antropomorfo en "pi" e ídolo en la parte superior.
El panel 3 consta de menos figuras, pero están muy bien conservadas y parecen más familiares. De arriba abajo se puede ver una mujer dibujada de forma muy abstracta (solo se le representa por sus órganos sexuales), bajo la cual hay un animal muerto (con las patas hacia arriba). Más abajo hay una pareja de hombre y mujer, a los que acompaña un animal: seguramente el perro doméstico. Por último, un símbolo solar, de sentido religioso.

Panel 3: Mujer, animal muerto, pareja con perro y sol.
El panel 4 tiene algunas figuras mejor conservadas que otras. En general, son antropomorfos. Me llama la atención el de la foto de abajo, en la esquina superior izquierda, que parece tener una máscara o un tocado muy grande en la cabeza. Justo debajo hay un ídolo oculado (porque tiene marcados dos grandes ojos) y un símbolo solar.

Panel 4: Antropomorfos e ídolos.

Las figuras del panel 0 no son muy visibles:

Panel 0.
En el pequeño panel 0' destaca la figura esquemática de un ciervo y, justo encima, un antropomorfo masculino. No se ven muy bien, pero bueno.

Panel 0': Ciervo y antropomorfo masculino.
Las pinturas del panel 5 no son visibles debido a que, en septiembre de 1991, Tomás, Ramón y algunos de sus amigos decidieron destrozarlas.

Panel 5: La cara de Matutano encima de las pinturas.

Lo mismo ocurre con el panel 6:

Los graffitis del panel 6.
Es de vergüenza que uno de los yacimientos de arte esquemático más importantes del mundo, Monumeno Nacional desde 1924, haya sido hecho polvo de esta manera. Ahora las pinturas tienen rejas para protegerlas de nosotros mismos. No de los pastores, ni de los agricultores ni de los cazadores, ni de todas esas generaciones que han pasado por aquí y han sabido respetarlas; sino de la gente de mi generación, la gente de los años 90, la que va a la escuela y se supone alfabetizada.

Las pinturas, protegidas de los seres humanos.

Pues nada, que vayáis a verlas, que son muy bonitas, no vaya a ser que cualquier mañana nos despertemos con la noticia de que también se han cargado los otros paneles. Pasaréis un buen día en plena naturaleza.

Vistas desde peña escrita: pinares de repoblación.

Para saber más, tenéis a vuestra disposición un libro completo en PDF, lleno de ilustraciones, con todas las pinturas rupestres del Valle de Alcudia y Sierra Madrona:

domingo, 19 de enero de 2014

Reapertura de Altamira

"Después de Altamira, todo es decadencia"
(Pablo Picasso)

Sala de los polícromos. (Fuente)
Nos enterábamos ayer en las noticias que va a iniciarse un programa experimental de visitas en la cueva de Altamira (Santillana del Mar, Cantabria), para ver cómo afecta la presencia humana a las condiciones de conservación de las pinturas. Serán visitas de 37 minutos, de seis personas a la semana: cinco elegidas al azar entre los visitantes del museo, más un guía. Todos tendrán que llevar guantes, mascarillas y ropa especial para no contaminar el entorno. Una vez concluido este programa, se estudiarán los resultados para valorar si la cueva puede volver a abrirse al público, eso sí, de forma restringida.

Hagamos un poco de Historia. Las pinturas de Altamira fueron descubiertas por Marcelino Sanz de Sautuola (o su hija, según se cuenta) en 1879. Por entonces, el estudio de la Prehistoria estaba todavía muy poco desarrollado y los especialistas no creían que los "hombres primitivos" pudieran ser capaces de crear algo tan espectacular. En consecuencia, las pinturas se tuvieron por una falsificación y Sanz de Sautuola murió en 1888 sin ver reconocido su descubrimiento.

La situación cambió pocos años después, gracias en parte al descubrimiento de pinturas similares en Francia asociadas a restos arqueológicos inequívocamente prehistóricos. La fecha "oficial" del reconocimiento de Altamira por la comunidad científica es 1902, año en que Cartailhac, uno de los más reputados arqueólogos de su tiempo publicaba el famoso artículo "La grotte d' Altamira. Mea culpa d'un sceptique" ("La cueva de Altamira. Mea culpa de un escéptico"), donde reconocía la autenticidad de las pinturas. Desde entonces, su popularidad no ha dejado de crecer.

Con el paso del tiempo se vio que la masiva afluencia de visitantes (hasta 170.000 personas al año en la década de los 70) era perjudicial para la conservación de las pinturas. Si estas se mantuvieron intactas durante 14.000 años (que es la edad estimada para los famosos "bisontes", aunque en la cueva hay representaciones más antiguas) fue gracias a un desprendimiento que se produjo hace 13.000 años en la entrada. Se creó así un entorno pobre en nutrientes y con poco contacto con la atmósfera exterior. Todos estos parámetros se desestabilizaron en el siglo XX: la cueva se abrió y acondicionó, se crearon infraestructuras en el interior y se iluminó con luz artificial. Las consecuencias negativas para las pinturas fueron:

1. Aumento de la temperatura, humedad y CO2 debido a la presencia humana. Esto acelera la condensación y la corrosión de las rocas.

2. Aparición de microorganismos fototróficos en la "Sala de los Polícromos" y colonizaciones microbianas y de hongos directamente sobre las pinturas.

La cueva se cerró al público en 1977 para evitar el deterioro. Posteriormente fue abierta de nuevo, aunque con visitas restringidas, y volvió a cerrarse en el año 2002. Desde entonces, el entorno de la cueva está permanentemente controlado. La idea del cierre es muy lógica: puesto que si la cueva permanece abierta, las pinturas corren el peligro de desaparecer, la cerramos hasta que se pueda garantizar su integridad. Para que la sociedad pudiera seguir disfrutando de ellas, se creó la "neocueva" en el Museo de Altamira, justo al lado de la cueva original, que reproduce fielmente las pinturas.

No obstante, en los últimos años se ha avivado el debate sobre su reapertura. Es una cuestión compleja: por un lado, el patrimonio histórico artístico es una herencia común que debe poder disfrutarse. Por otro, en este caso particular, las pinturas corren un serio riesgo de desaparición si se reabren. En mi opinión, la cueva debería permanecer cerrada el tiempo que haga falta hasta que los técnicos den con una solución definitiva al problema. Para los demás, está la neocueva, que costó una pasta y que es como estar en Altamira. Por supuesto, la visita al museo nunca podrá compararse a la emoción de estar cara a cara con los bisontes reales; pero en este caso, creo que la conservación debe estar por encima del disfrute. El patrimonio histórico-artístico no es nuestro. Al igual que ocurre con el medio ambiente, tenemos la obligación de conservarlo y pasarlo a las generaciones futuras en el mejor estado posible. Por eso, si con los conocimientos actuales no estamos capacitados para garantizar la conservación de las pinturas, la cueva debe permanecer cerrada.

Pero, me diréis, ¿no van a ser visitas experimentales? ¿No van a ir los afortunados ganadores con gorro, guantes, batas y mascarillas? Pues sí. En principio, parece razonable. Yo no tengo ninguna formación en este tema; pero la sensación de que algo huele a chamusquina se debe a que he oído más de una vez a Miguel Ángel Revilla (presidente de Cantabria hasta 2011) decir que las cuevas tenían que abrirse porque no se las podía enseñar a la gente importante que quería verlas. Aquí están sus enternecedoras palabras:
“Altamira es un activo del que no podemos desprendernos. Cada personalidad que viene a Cantabria quiere visitarla. Tuve que decirle que no podía en su día a Jacques Chirac y hace poco a Calderón, el de México. Que no, que no había manera, así por lo menos podemos hacerlo. Yo sugerí el otro día que hasta podíamos invitar a Obama. Lo importante es que el símbolo lo pueda ver alguien.” (Fuente)
Me parece que este párrafo resume a la perfección el mayor peligro que corre Altamira: el de que su gestión se haga pensando en el prestigio político o el beneficio económico. ¿No da escalofríos eso de considerar la cueva como un "activo"? Altamira es uno de los yacimientos rupestres más importantes del mundo. Como tal, da mucho dinero. Es normal que los políticos (y no solo ellos) quieran verla abierta. Pero, además, se ve claro nuestro provincianismo. ¿Que viene Obama y quiere ver las cuevas? Pues mire, es que no son suyas y no se puede. Además, sería socialmente injusto, sería volver a tiempos que ya creíamos superados, eso de que la cueva estuviera cerrada para la plebe y abierta para los elegidos.

En fin, que yo no sé. Lo mismo este "experimento" está totalmente justificado y las cuevas pueden volver a abrirse con todas las garantías. Si así fuese, yo sería el primero en apuntarme para verlas. Pero me escama, me escama porque un grupo de ocho investigadores publicaron en 2011 un artículo en la revista Nature desaconsejando su apertura, y no creo que las cosas hayan cambiado mucho de entonces a ahora. El artículo se titulaba, por cierto, "Arte paleolítico en peligro: política y ciencia enfrentadas en la cueva de Altamira" y en él se afirmaba que "las investigaciones muestran la necesidad de conservar la cueva manteniéndola cerrada en el futuro próximo". No se puede ser más explícito.

Me cuesta creer que no haya un interés político o económico detrás de esta iniciativa. Ojalá no, ojalá me equivoque. Los profesionales que están a cargo de la conservación del patrimonio me merecen toda la confianza; pero en este caso me da que el desencuentro entre política y ciencia es bastante probable.

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ACTUALIZACIÓN: Minutos después de publicar esta entrada, la página de Facebook del Museo de Altamira publicaba la siguiente información:

"Tras la reunión del Patronato celebrada ayer en el Museo de Altamira, se ha informado del inicio de la segunda fase del Programa de Investigación para la conservación preventiva y régimen de acceso de la cueva de Altamira. El objetivo de esta fase es analizar el impacto que la presencia humana puede tener sobre la conservación de sus pinturas, y por ello se prevé realizar visitas experimentales. En ningún caso se trata de una reapertura, tal y como está apareciendo en algunas noticias de prensa, y es una actuación que estaba prevista desde el inicio del Programa. Las visitas experimentales serán definidas por el equipo investigador, siguiendo un protocolo determinado que permita realizar las mediciones necesarias para el objetivo de la investigación. Estaremos encantados de contestar a todas vuestras dudas."

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La noticia de la reapertura, en la prensa:

sábado, 11 de enero de 2014

Poned sobre los campos...

Antonio Machado

Hoy, por ser sábado, os dejo uno de los "cantares" de Machado que más me gustan. Siempre he dicho que disfruto más con el canto de los pájaros que con una sinfonía, con las montañas que con el mejor de los museos. Y resulta que no estoy solo. Además, el poema es un canto a la contemplación frente al utilitarismo. Dice así:

Poned sobre los campos
un carbonero, un sabio y un poeta. 
Veréis cómo el poeta admira y calla, 
el sabio mira y piensa... 
Seguramente, el carbonero busca
las moras o las setas. 
Llevadlos al teatro
y sólo el carbonero no bosteza. 
Quien prefiere lo vivo a lo pintado
es el hombre que piensa, canta o sueña. 
El carbonero tiene
llena de fantasías la cabeza. 

lunes, 6 de enero de 2014

Regañando a Hölderlin

El objeto de mis iras.

Friedrich Hölderlin es uno de los totems del romanticismo alemán. Estaba yo esta tarde leyendo su Hiperión o el eremita en Grecia, en la excelente traducción (excelente para mí, que no tengo ni idea) de Jesús Munárriz, cuando me encuentro este párrafo, tan maravilloso que me dan ganas de coger el coche, irme a una montaña y declamarlo a los cuatro vientos. Es tal que así:
"Pero tú brillas todavía, sol del cielo! ¡Tú verdeas aún, sagrada tierra! Todavía van los ríos a dar en la mar y los árboles umbrosos susurran al mediodía. El placentero canto de la primavera acuna mis mortales pensamientos. La plenitud del mundo infinitamente vivo nutre y sacia con embriaguez mi indigente ser.
¡Feliz naturaleza! No sé lo que me pasa cuando alzo los ojos ante tu belleza, pero en las lágrimas que lloro ante ti, la bienamada de las bienamadas, hay toda la alegría del cielo. 
Todo mi ser calla y escucha cuando las dulces ondas del aire juegan en torno de mi pecho. Perdido en el inmenso azul, levanto a menudo los ojos al Éter y los inclino hacia el sagrado mar, y es como si un espíritu familiar me abriera los brazos, como si se disolviera el dolor de la soledad en la vida de la divinidad."

Yo, tras leer lo de arriba.

Por supuesto, después de leerlo entro en éxtasis y me veo cual viajero ante el mar de niebla de Friedrich (el pintor, se entiende). Pero ¡ay!, sigo leyendo y toda mi admiración desaparece. Atended:

"A menudo alcanzo esa cumbre, Belarmino. Pero un momento de reflexión basta para despeñarme de ella. Medito, y me encuentro como estaba antes, solo, con todos los dolores propios de la condición mortal, y el asilo de mi corazón, el mundo eternamente uno, desaparece; la naturaleza se cruza de brazos, y yo me encuentro ante ella como un extraño, y no la comprendo.
¡Ojalá no hubiera ido nunca a vuestras escuelas! La ciencia, a la que perseguí a través de las sombras, de la que esperaba, con la insensatez de la juventud, la confirmación de mis alegrías más puras, es la que me ha estropeado todo.
En vuestras escuelas es donde me volví tan razonable, donde aprendí a diferenciarme de manera fundamental de lo que me rodea; ahora estoy aislado entre la hermosura del mundo, he sido así expulsado del jardín de la naturaleza, donde crecía y florecía, y me agosto al sol del mediodía.
¡Oh, sí! El hombre es un dios cuando sueña y un mendigo cuando reflexiona, y cuando el entusiasmo desaparece, ahí se queda, como un hijo pródigo a quien el padre echó de casa, contemplando los miserables céntimos con que la compasión alivió su camino."
¡Qué manía con despreciar la ciencia! Junto con el nacionalismo, es lo que más odio de los románticos. Esas palabras bonitas, que inflan el espíritu, no esconden más que pensamiento reaccionario y anticientífico. Las escuelas que critica Hölderlin dieron al pueblo la capacidad de pensar por sí mismo y rebelarse contra la injusticia. Al contrario de lo que dice, la ciencia no nos expulsa del jardín de la naturaleza; sino que hace que lo disfrutemos más, porque somos capaces de conocerlo. 

El razonamiento es perverso: al volverse "razonable" en las escuelas, se aisló de "la hermosura del mundo". Valiente canto a la ignorancia. No puedo soportar esa reivindicación del conocimiento "intuitivo" que, por ciencia infusa, supera a la razón. Parece que fuera vergonzoso pensar. ¿Habéis leído? "La ciencia [...] es la que me ha estropeado todo."

Cuando se da paso al irracionalismo, se pueden justificar todo tipo de teorías, solo porque "lo sueño", porque "lo intuyo", porque "el hombre es un Dios cuando sueña y un mendigo cuando reflexiona". Se equivocaba Hölderlin. El hombre es un Dios cuando reflexiona, porque la reflexión es lo que ha permitido que vivamos más, que combatamos las enfermedades, que comamos mejor, que seamos más libres, que no vivamos sometidos (o que, al menos, lo intentemos). Los sueños, sin embargo, se convierten fácilmente en pesadillas, en nombre de la nación, la religión o el Estado.

El afán por saber es lo que ha permitido progresar al ser humano. Si se desprecia la reflexión, surgen los monstruos. Además, creo firmemente que cuanto más se sabe, más se disfruta. Así que no, no me llevaré a Hölderlin a la montaña. Me llevo mejor a Goya:

"El sueño de la razón produce monstruos."